Bendito silencio.
Todos los años, todos, todos, me pregunto cuánto cambié. Me pregunto... cómo llegué hasta acá. Cuántas locuras hice y cuántas me quedé con las ganas de hacer, cuántas cosas cambiaron. Y siempre son muchas, siempre son todas las que juré que serían así. Destino, tú te apropiaste de mis palabras y las rompiste en pedazos. ¿Y qué hice yo, o qué hicimos nosotros para acabar así? Será que las promesas sólo están hechas para romperse. O tal vez, será que ésta es una de esas veces que hay que aprender algo, eso que después hará de ti alguien mejor. Pero yo, francamente, prefería seguir siendo una loca adolescente.